¿Podemos hablar con las ballenas?
EL MUNDO DE LOS CETÁCEOS: UNA VOZ QUE SEDUCE
Los cetáceos, conocidos por sus increíbles dotes comunicativas, tienen una complejidad fascinante. Han desarrollado culturas únicas y dialectos distintos, según su entorno geográfico. Este rasgo, que parecía exclusivo de los humanos, lo encarnan los cachalotes. Estos mamíferos marinos emiten un sistema de codas rítmicas, un «morse» que solo entienden los de su clan… ¿o tal vez nosotros también?
Hemos mirado hacia las estrellas y explorado sus misterios, pero aún ignoramos muchos secretos marinos. Las formas de comunicarse de los cetáceos, con sus culturas profundas, nos resultan curiosamente familiares. ¿Y si pudiéramos hablar con ellos? Lo que suena como fantasía podría estar más cerca de la realidad.
MAMÍFEROS MARINOS: MÁS PARECIDOS A NOSOTROS DE LO QUE CREEMOS
Ballenas, delfines y marsopas, todos cetáceos, deben su nombre al término griego «kētos», que significa «pez enorme». No obstante, no son peces; son mamíferos como nosotros. Tienen sangre caliente, respiran con pulmones y crían a sus pequeños alimentándolos con leche. Hace 50 millones de años, volvieron al mar, adaptándose y cambiando su pelaje por una piel más aerodinámica.
La clasificación de estos animales no depende de su comportamiento, sino de su dentadura. Las ballenas barbadas, llamadas misticetos, se separaron de sus parientes dentados, los odontocetos, hace 34 millones de años. Reemplazaron los dientes por láminas de queratina, similares a nuestro cabello y uñas.
Sin importar su forma, todos comparten un rasgo: su sociabilidad y habilidades comunicativas. Tienen cerebros grandes en proporción a su cuerpo, como nosotros. Por ejemplo, las neuronas ‘de Von Economo’ están presentes tanto en ballenas como en humanos y homínidos, lo que indica su alta capacidad cognitiva.
UN CEREBRO QUE HABLA DEL PASADO
Estudios han investigado estas notables capacidades por años. En 2007, un grupo liderado por Lori Marino publicó que el cerebro de los cetáceos aumentó en tamaño hace 20 millones de años, no solo como adaptación al agua fría. Esta expansión cerebral se relaciona con conductas más complejas y sociales.
EL ENCUENTRO QUE CAMBIÓ UNA VIDA
En 2015, Tom Mustill vivió una experiencia inolvidable. Navegando en kayak con una amiga en la bahía de Monterrey, una ballena jorobada emergió y casi los golpea. Creyó que serían sus últimos momentos, pero la ballena saltó sobre ellos sin causar daño, aunque sí dejó un susto inmenso. Este evento lo marcó, llevándolo a escribir Cómo hablar balleno, explorando qué podría haber motivado a la ballena a acercarse así.
COMUNICACIÓN ENTRE ESPECIES: UN PUENTE INESPERADO
La colaboración entre especies distintas no es un concepto nuevo. Ejemplos como la simbiosis entre anémonas y peces payaso muestran cómo los animales trabajan juntos. También hay casos donde delfines ayudan a pescadores a capturar más peces. Mustill señala que la comunicación con otras especies dejó de ser un simple sueño: «Sabemos que estos animales tienen cerebros diseñados para comunicarse.»
DESCIFRANDO LOS CANTOS DEL OCÉANO: INTELIGENCIA ARTIFICIAL
La clave para entender a los cetáceos podría ser la inteligencia artificial. Pratyusha Sharma, estudiante de doctorado en el MIT, trabaja en decodificar los sonidos de cetáceos a través del Proyecto CETI. Esta iniciativa cuenta con expertos de distintas disciplinas y colabora con universidades y empresas como Twitter y Google.
El proyecto usa drones y peces robóticos con hidrófonos para grabar a las ballenas sin molestarlas, rastreando sus vocalizaciones y explorando su compleja estructura de comunicación. Esto promete una revolución en nuestra relación con la naturaleza.
Mustill lo expresa claramente: “Hoy apenas comenzamos a aceptar que los animales tienen canciones y culturas. Definir sus significados sigue siendo un misterio, pero tal vez, encontrar esta piedra de Rosetta nos lleve a hablar con las ballenas.”