Malala Yousafza, premio Nobel de la Paz

Una bala no logró silenciarla; hoy Malala Yousafzai alza su voz por las mujeres afganas.

Los derechos femeninos se han desmoronado rápidamente bajo los talibanes; incluso cantar está prohibido.

Malala guarda cicatrices del encuentro con los talibanes en Pakistán, cuando atentaron contra su vida.

En 2012, un ataque casi fatal inspiró su lucha incansable por la igualdad de género.

“La pérdida de derechos de las mujeres ocurrió demasiado rápido”, confesó a la BBC Asian Network.

“Muchas niñas viven atrapadas en la desesperanza, sin ninguna luz en su horizonte”, lamentó Malala.

“El futuro es oscuro para ellas”, señaló con tristeza la Nobel de la Paz, ahora de 27 años.

En 2021, los talibanes recuperaron Afganistán, dos décadas después de su derrota tras el 11-S.

Desde entonces, leyes represivas han arrebatado derechos básicos a las mujeres afganas.

Un código las obliga a cubrirse por completo y a viajar con acompañante masculino.

No pueden mirar a los ojos de hombres no emparentados; la represión es total.

“Las restricciones son tan extremas que desafían toda lógica”, denuncia Malala.

Naciones Unidas califica esto como “apartheid de género”, una discriminación cruel y sistemática.

Amnistía Internacional exige que tales actos sean reconocidos como crímenes internacionales.

Los talibanes, sin embargo, justifican estas normas en tradiciones y leyes islámicas.

“Saben que eliminar derechos comienza privando a las niñas de educación básica”, advierte Malala.

Desde su regreso al poder, más de un millón de niñas han sido expulsadas de las aulas.

En 2022, también se prohibió la educación universitaria a 100.000 mujeres afganas.

Sin educación, el matrimonio infantil y las muertes maternas han aumentado preocupantemente.

“Las mujeres afganas enfrentan tiempos oscuros”, declara Malala. “Pero su resistencia es admirable”.

Malala es productora de Bread & Roses, una película sobre tres mujeres bajo el régimen talibán.

Zahra, una dentista, debe cerrar su consultorio; Taranom huye; Sharifa pierde empleo e independencia.

Pero no es solo su historia: son las voces de 20 millones de mujeres afganas, dice Malala.

La cinta, dirigida por la afgana Sahra Mani, tiene también a Jennifer Lawrence como productora.

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