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Un cabello saludable empieza desde adentro, con una dieta rica en proteínas, vitaminas y agua suficiente.
Lava tu cabello con un champú sin sulfatos, especialmente si lo tienes teñido o muy seco.
Aplica acondicionador de medios a puntas para evitar acumulación en la raíz y posibles residuos grasos.
Usa una mascarilla nutritiva una vez a la semana para reparar daños y prevenir puntas abiertas.
Evita usar herramientas de calor a diario, como planchas o secadoras, para no debilitar el cabello.
Protege el cabello con productos térmicos antes del secado o planchado para evitar daño por calor.
Cepilla el cabello suavemente, comenzando por las puntas y subiendo gradualmente para evitar quiebres dolorosos.
Recorta las puntas cada dos meses para mantener el largo saludable y evitar que se abran.
Evita peinados muy tirantes que puedan provocar caída o quiebre por tracción constante en el cuero cabelludo.
Utiliza fundas de almohada de satén o seda para reducir frizz y fricción nocturna.
Los aceites naturales como argán o coco aportan brillo y suavidad si se usan moderadamente.
El cuero cabelludo limpio favorece el crecimiento, así que evita productos que dejen residuos pesados.
Si tienes caspa, opta por champús especializados con ingredientes como ketoconazol o ácido salicílico.
Cada tipo de cabello necesita cuidados específicos: liso, rizado, teñido, fino o grueso no se tratan igual.
Tu cabello refleja tu salud general, por eso la hidratación y el descanso también son importantes.